Hoy se venera a este sacerdote italiano. Su historia y cómo se convirtió en el patrono de los trabajadores
La expresión de fe popular llevará por lema “San Cayetano, amigo de los trabajadores, danos paz, justicia e igualdad”. Pan y trabajo ha sido históricamente los pedidos, y la frase que representa al patrono de los trabajadores, figura central del culto católico en Argentina.
San Cayetano nació en Vicenza, en la entonces República de Venecia, en 1480. Cuenta la crónica de su vida que, siendo sacerdote, estaba un día en oración cuando tuvo una visión en la cual se le aparecía la Virgen, que le ponía al Niño Jesús en sus brazos. Por eso, se lo representa llevando al Niño.
En Roma, fundó una congregación de clérigos, conocida como la de los Teatinos, por haber sido su primer superior Juan Pedro Carafa, que a la sazón era obispo de Teati, y después fue elegido papa con el nombre de Paulo IV. San Cayetano, llamado el “Santo de la Providencia”, murió en Nápoles en 1547. El papa Clemente X lo proclamó santo en 1671.
Su primer milagro fue en Venecia, mientras visitaba un hospital. Según cuentan, llegó a la cama de una joven a la que estaban por amputarle una pierna debido a una gangrena: él le besó la pierna y le hizo la señal de la cruz, y la chica comenzó a mejorar y evitó la amputación.
Pero la devoción y los pedidos de trabajo surgieron mucho después. Cuentan que a fines del 1800 un campesino le pidió que intercediera por la falta de agua y, a modo de agradecimiento, le dejó una espiga de trigo a los pies de su imagen. Tres días después, llovió tanto que la ciudad se inundó. En la década del 30, en plena crisis económica, comenzó a extenderse el culto al santo, que vivió en la austeridad y ayudó a los más necesitados.