El cantante, nacido el 16 de septiembre de 1945, dejó una huella a pesar de morir con solo 26 años.
Tanguito
El 19 de mayo de 1972 fallecía Tanguito en circunstancias confusas. A partir de entonces, el cantautor de Caseros, que nació con el nombre de José Alberto Iglesias, comenzaba a transformarse en mito.
La vida del autor de La Balsa (en La Perla de Once con Lito Nebbia) llegó a la televisión, al cine y al teatro. Y, consecuentemente, su figura fue motivo de análisis y de polémicas cada vez que se abordó su historia.
Este miércoles cumpliría 75 y en la previa repasamos curiosidades que agigantaron su mito.
Muchos nombres
José Alberto Iglesias trascendió con el apodo de Tanguito. No obstante, a lo largo de su carrera artística se hizo llamar de varias formas más: Tango, Ramsés VII, Donován el Protestón, Drago y Susano Valdez.
El inicio
Su debut discográfico fue como cantante de Los Dukes, con quienes grabó “Decí por qué no querés”, de Palito Ortega y Dino Ramos, y su tema “Mi Pancha”. Con la banda oriunda de Mataderos compartió escenario con Sandro y Los de Fuego, los Pick Ups y los Bobby Cats.
Detenciones
Tanguito fue detenido en muchas oportunidades, hasta que, en 1971, quedó preso en la cárcel de Villa Devoto. Asimismo, fue internado en el Hospital Neuropsiquiátrico Borda, que había inaugurado un servicio de “Drogadicción”. Allí permaneció varios meses y le aplicaron electroshock. A pocos días antes de su muerte, la justicia lo declaró como demente y lo trasladó a la Unidad Penitenciaria 13 del Borda, destinada a criminales psicópatas.
Adicciones
Hasta finales de la década del 60, había consumido marihuana y pastillas. Luego, empezó a inyectarse anfetaminas. Respecto de esa última adicción que sumó a las otras, Luis Alberto Spinetta contó una anécdota en el libro “Martropía: conversaciones con Spinetta de Juan Carlos Diez”. El “flaco” recordó que una vez al llegar a su casa se encontró con Tanguito y sus amigos subidos a los techos de su casa. “Habían invadido mi casa por los techos, lo cual era sumamente peligroso, porque podría haber caído la cana y haberme causado problemas. Ni bien llegué los saqué a patadas a todos esos que hippies que habían ido ahí a picarse… El hecho de que él viniera “a lo de los Spinetta” a mí me adjudicó una fama de pincheto que no me pude sacar por años. Y yo jamás me puse una aguja en una vena.”, resumió el fundador de Almendra.